Txus Di Fellatio nos regalo varios poemas despues de GAIA II La Voz Dormida y antes de La Ciudad De Los Arboles en un libro titulado "El Cementerio de los Versos Perdidos" de donde extraigo el siguiente material.
Cuando Llegue Mi Hora, es la primera que expongo, una vez pregunte a una Linda Musa ¿Crees en el Destino? y con una sonrisa me respondio "Todos tenemos que morir ese es nuestro destino", lo mas triste es que la mayoría de las veces nosotros mismos hacemos llegar ese momento de Marchar a nuestro Cielo.
Cuando Llegue Mi Hora, es la primera que expongo, una vez pregunte a una Linda Musa ¿Crees en el Destino? y con una sonrisa me respondio "Todos tenemos que morir ese es nuestro destino", lo mas triste es que la mayoría de las veces nosotros mismos hacemos llegar ese momento de Marchar a nuestro Cielo.
Cuando llegue mi hora
Cuando llegue mi hora, mi muerte,
te quiero a mi lado.
Cuando acuda a la cita, si hay suerte,
seré un muerto que ha ordenado
a mi corazón que siga inerte,
pues de ti está enamorado.
Y a mi alma que entretenga
a la parca…,
y que le venda fotos tuyas para verte,
para que sepa y comprenda
que tú eres mi vida.
Para que sepa y comprenda
que tú eres mi muerte….
Cuando llegue mi hora,
sin miedo iré a la cita,
pues nadie ríe sino llora,
y nada se aprecia, si no se quita.
Pero mírame a los ojos
cuando oiga la llamada,
pues grabaré tus labios rojos
y mi mirada…,
morirá de ti…, enamorada.
Cuando llegue mi hora, mi muerte,
te quiero a mi lado.
Cuando acuda a la cita, si hay suerte,
seré un muerto que ha ordenado
a mi corazón que siga inerte,
pues de ti está enamorado.
Y a mi alma que entretenga
a la parca…,
y que le venda fotos tuyas para verte,
para que sepa y comprenda
que tú eres mi vida.
Para que sepa y comprenda
que tú eres mi muerte….
Cuando llegue mi hora,
sin miedo iré a la cita,
pues nadie ríe sino llora,
y nada se aprecia, si no se quita.
Pero mírame a los ojos
cuando oiga la llamada,
pues grabaré tus labios rojos
y mi mirada…,
morirá de ti…, enamorada.
El segundo es llamado "Apiádate de Mi", es una suplica a la tristeza y amargura que le pedimos un favor en medio de la angustia de sentirse solitario
Apiádate de mí
Apiádate de mí, amargura.
Ten piedad de mi locura,
pues la amo más que a mi vida
y sin ella mi muerte es segura.
Apiádate de mí, fracaso.
Sé indulgente, error, y si acaso
urde un castigo a mi torpeza.
Y a mi presunción, si es que hay caso.
Pero no me silencies, tortura,
de los que como yo de ella vivimos.
Su nombre es música, ternura,
y sin ella los locos morimos.
Apiádate de mí, amargura.
Ten piedad de mi locura,
pues la amo más que a mi vida
y sin ella mi muerte es segura.
Apiádate de mí, fracaso.
Sé indulgente, error, y si acaso
urde un castigo a mi torpeza.
Y a mi presunción, si es que hay caso.
Pero no me silencies, tortura,
de los que como yo de ella vivimos.
Su nombre es música, ternura,
y sin ella los locos morimos.